El alcohol es una sustancia psicoactiva muy extendida en nuestra cultura. No hay ceremonia, reunión, ritual o fiesta en los que no se encuentre presente.
Por sus características (es un depresor del SNC que, en su fase inicial, suele provocar cierta euforia y desinhibición), es ampliamente utilizado por sectores de la población convirtiéndolo en instrumento facilitador de relaciones sociales y diversión. Pero su consumo abusivo continuado puede dar lugar a serios problemas físicos (Enfermedades cardíacas, hepáticas, accidentes cerebrovasculares, diversos tipos de cáncer, aumento de la tensión arterial), psicológicos (dependencia) y sociales (desestructuración familiar, pérdida de empleo, violencia...).
Una de las cuestiones que en menor medida se tiene en cuenta es el concepto del término "abuso", ya que cada cual lo percibe de manera subjetiva.
Según la RAE, "abuso" se defina como "Hacer uso excesivo, injusto o indebido de algo o alguien". Obviamente, podemos concluir que conducir bajo los efectos del alcohol es abusar. Al igual que cuando se debe estar concentrado para estudiar. O en el momento en que "nos pasamos" respecto a la cantidad ingerida. Pero posiblemente, e independientemente de las consecuencias más o menos graves que puedan tener estas acciones, ese tipo de abuso nos permitirían tomar decisiones personales a merced de la experiencia vivida.
Pero hay otro tipo de abuso, más sutil, más sigiloso, más peligroso incluso: el consumo continuado de alcohol de manera no moderada.
Volvamos al principio: el alcohol es ampliamente utilizado como facilitador de relaciones sociales, motor de desinhibición y diversión. Y, a su vez, el CH3 CH2 OH (o lo que es lo mismo: el alcohol etílico) genera un proceso denominado "tolerancia" mediante el cual, se produce una adaptación progresiva del organismo a sus efectos, de tal forma que a igual cantidad ingerida, los efectos son menores (esto le sonará a quienes sufren de jaqueca -por ejemplo- y se han visto obligados/as a cambiar a tratamientos "más fuertes". Tolerancia. ¿ Y cuál es el resultado de la tolerancia? Pues la sensación de que "aguantamos más" bebiendo. Es decir: para alcanzar la embriaguez, o semiembriaguez, precisamos o somos capaces de beber más cantidad que antes. De ahí la imagen de 3, 4 o 5 jóvenes bebiendo una botella de alcohol de alta graduación. Ya la desinhibición, la diversión, el "pasarse, que es finde" no es cuestión de un trago, de saborear una copa... sino de mayores cantidades de alcohol. Alcohol que, eso sí, sigue irremediablemente su camino por nuestro organismo, y hasta nuestro cerebro. Y es allí donde afecta a diversos neurotransmisores (glutamato - relacionado con la memoria-, gamma -inhibidor-, y, sobre todo, serotonina y dopamina - estado de ánimo, felicidad, bienestar, motivación). Obviamente, la ingesta continuada y no moderada de alcohol repercutirá, qué duda cabe, en nuestros sistemas de neurotransmisión cerebral. Y es ahí donde podrían comenzar los problemas: por la incapacidad de alcanzar las sensaciones que antes generábamos de manera natural, si no es a través del consumo de alcohol. No olvidemos que el alcohol es una droga.
Para más información:
https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/alcohol
https://www.lamoncloa.gob.es/serviciosdeprensa/notasprensa/sanidad14/Paginas/2021/151121-monografia_alcohol.aspx
https://pnsd.sanidad.gob.es/ciudadanos/informacion/alcohol/home.htm